1: ALÍ
Mi padre me sacude levemente.
-Alí, ya es la hora…-me susurra.
Movido por la emoción me levanto. Todavía
no me lo creo, me voy al paraíso. ¡A
España! Allí tendré cuatro comidas al día una casa grande y agua. ¡Mucha agua!
Padre me ha contado que hay un objeto mágico llamado grifo, que si lo pulsas
sale toda el agua del mundo. Si algún día vuelvo aquí traeré ese objeto para
que madre no tenga que ir a la charca a por agua, porque la charca está muy
lejos de casa.
-Tranquilízate, que si no levantarás a
madre y a tus hermanos.
-¿Madre no viene a decir adiós?
Padre a veces es malo, seguro que ayer
por la noche se enfadaron, porque mis hermanos y yo oímos unos gritos. No es
justo que no venga sólo porque están enfadados, yo no he hecho nada a Madre.
Después de resoplar voy a la puerta y
la abro sigilosamente, todo va ir bien en el paraíso. Me lo digo todo el tiempo.
Todo va ir bien… Mientras pienso Padre y yo corremos al puerto, todo el mundo
grita y sube a los botes, hay gente despidiéndose de su familia. Ojalá Madre
estuviera aquí.
-AlÍ, sube.- Padre me alcanza a un
bote donde se encuentran algunas personas de las afueras de casa, del bote
entero solo conozco a padre.
Cuando dos personas del bote reman,
miro hacia el puerto despidiéndome de Marruecos cuando de repente veo a Madre
corriendo y gritando.
-¡Alí, Alí!- Ella llora y corre más rápido.-
Se valiente, te quiero. Se me escapa una lágrima.
-¡Te quiero madre!- digo entre
lágrimas. Entonces detrás de Madre veo a mis hermanos Sofiane y Jasmine.-
¡Volveré, hermanos!
Descubro que mis hermanos también
están llorando.
-¡Adiós, os quiero!- dice mi padre, me
alegro de que ya no esté enfadado.
- ¡Adiós!-después de decir esto
perdemos de vista a mi familia, a la que no voy a ver en mucho tiempo.
Llevamos ya mucho tiempo en el bote o
al menos eso me parece a mí. Padre duerme, pero creo que yo no voy a dormir. No
dejo de pensar en madre. Pienso en sus besos, y en sus cuentos, y en los
hermanos. Los tres jugábamos, reíamos, hablábamos…,
Miro hacia el frente, y veo la costa a unos 5
kilómetros, supongo, Padre me enseñó a saber las distancias, el me enseña
muchas cosas. Ahora mismo oigo unos gritos, Padre se levanta y mira al agua.
Entonces vemos que el otro bote se ha hundido y que la gente de ese bote quiere
subir al nuestro, los dejamos subir al nuestro.
Entonces cuando todos llevamos unos
minutos en silencio noto como el agua me llega a los pies, después a los
tobillos y seguidamente por el vientre. Me doy cuenta de que nuestro bote se
está hundiendo. La gente empieza a gritar, pero no porque se esté hundiendo el
bote sino por que oímos venir los helicópteros de nuestro país, se han dado
cuenta de que nos escapábamos y nos devuelven a Marruecos.
-¡Salta, Alí, salta!- grita Padre.
-¡No me iré sin ti!- le contesto.
-¡Salta!- insiste el.
Entonces me tiro de cabeza al agua,
seguro que Padre vendrá ahora. Que escapará y vendrá conmigo al paraíso. Pero
me temo que eso no es así. Miro hacia atrás y contemplo como las personas malas
de Marruecos atan una cuerda en las manos a Padre.
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