martes, 10 de septiembre de 2013



                                      1:  ALÍ


Mi padre me sacude levemente.

-Alí, ya es la hora…-me susurra.

Movido por la emoción me levanto. Todavía no me lo creo, me voy al paraíso.  ¡A España! Allí tendré cuatro comidas al día una casa grande y agua. ¡Mucha agua! Padre me ha contado que hay un objeto mágico llamado grifo, que si lo pulsas sale toda el agua del mundo. Si algún día vuelvo aquí traeré ese objeto para que madre no tenga que ir a la charca a por agua, porque la charca está muy lejos de casa.

-Tranquilízate, que si no levantarás a madre y a tus hermanos.

-¿Madre no viene a decir adiós?

Padre a veces es malo, seguro que ayer por la noche se enfadaron, porque mis hermanos y yo oímos unos gritos. No es justo que no venga sólo porque están enfadados, yo no he hecho nada a Madre.



Después de resoplar voy a la puerta y la abro sigilosamente, todo va ir bien en el paraíso. Me lo digo todo el tiempo. Todo va ir bien… Mientras pienso Padre y yo corremos al puerto, todo el mundo grita y sube a los botes, hay gente despidiéndose de su familia. Ojalá Madre estuviera aquí.

-AlÍ, sube.- Padre me alcanza a un bote donde se encuentran algunas personas de las afueras de casa, del bote entero solo conozco a padre.



Cuando dos personas del bote reman, miro hacia el puerto despidiéndome de Marruecos cuando de repente veo a Madre corriendo y gritando.

-¡Alí, Alí!- Ella llora y corre más rápido.- Se valiente, te quiero. Se me escapa una lágrima.

-¡Te quiero madre!- digo entre lágrimas. Entonces detrás de Madre veo a mis hermanos Sofiane y Jasmine.- ¡Volveré, hermanos!

Descubro que mis hermanos también están llorando.

-¡Adiós, os quiero!- dice mi padre, me alegro de que ya no esté enfadado.

- ¡Adiós!-después de decir esto perdemos de vista a mi familia, a la que no voy a ver en mucho tiempo.

Llevamos ya mucho tiempo en el bote o al menos eso me parece a mí. Padre duerme, pero creo que yo no voy a dormir. No dejo de pensar en madre. Pienso en sus besos, y en sus cuentos, y en los hermanos. Los tres jugábamos, reíamos, hablábamos…,

 Miro hacia el frente, y veo la costa a unos 5 kilómetros, supongo, Padre me enseñó a saber las distancias, el me enseña muchas cosas. Ahora mismo oigo unos gritos, Padre se levanta y mira al agua. Entonces vemos que el otro bote se ha hundido y que la gente de ese bote quiere subir al nuestro, los dejamos subir al nuestro.

Entonces cuando todos llevamos unos minutos en silencio noto como el agua me llega a los pies, después a los tobillos y seguidamente por el vientre. Me doy cuenta de que nuestro bote se está hundiendo. La gente empieza a gritar, pero no porque se esté hundiendo el bote sino por que oímos venir los helicópteros de nuestro país, se han dado cuenta de que nos escapábamos y nos devuelven a Marruecos.

-¡Salta, Alí, salta!- grita Padre.

-¡No me iré sin ti!- le contesto.

-¡Salta!- insiste el.

Entonces me tiro de cabeza al agua, seguro que Padre vendrá ahora. Que escapará y vendrá conmigo al paraíso. Pero me temo que eso no es así. Miro hacia atrás y contemplo como las personas malas de Marruecos atan una cuerda en las manos a Padre.



                         


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