martes, 10 de septiembre de 2013

Esta es la parte 3, espero que os guste. Por si no lo sabiais la otra era la segunda :)) Dejar comentarios



                       ALÍ
Marco se va poco a poco, después corriendo. Ojalá le pudiera haber dicho gracias por haberme dado de comer, todavía tengo hambre pero al menos no tanto. Siempre he dicho que España era el paraíso: pensaba que comería mucho, y me he llevado sin comer 2 días, pensaba que bebería hasta saciarme, y lo único que he bebido ha sido de una charca. Y lo peor de todo creía que tendría una familia, o al menos Padre. Pero estoy solo, echo de menos a Madre, a Sofiane y Jasmine. Seguro que no los veo nunca más. Siempre pensé que odiaba Marruecos, pero ahora me doy cuenta de que allí está todo lo que tengo.
Después de estar sentado un tiempo, sin hablar ni encontrarme a nadie, 5 chicos se acercan a mí lentamente. Seguro que quieren darme comida, seguro que me traerán un manto para que duerman. Les daré pena, pero al menos tendré algo. Pero no es así.
-Oye negro asqueroso. Aquí no puedes estar.- me dice uno.
Yo me quedo asombrado. ¿Qué hay de malo en ser negro? Padre es negro, Madre es negra, yo soy negro. Yo soy bueno, y no soy asqueroso., Me quedo callado, no quiero responder a estos niños.
-¿Nos has oído?- dice el que está a su derecha.
No pienso contestar, me quedo callado de nuevo.
-Como no te vayas, te daremos y fuerte.- Cierro los ojos y cruzo los brazos lentamente.
Entonces noto como  dos brazos me cogen de las caderas y me arrastran violentamente contra una pared.
-¡Levántate!- me dice uno. No hago caso a lo que dice. Al ver que no reacciono me da una patada en las costillas, me coge me sube y me pone de pie.
-O te vas o te damos.- no se quien dice eso. Porque tengo los ojos cerrados., Gimo de dolor, me han pegado un puñetazo.
-¿Te enteras de lo que te decimos?- me pregunta en que parece el líder de los cinco niños. No sé muy bien lo que dice porque habla muy rápido y en español. Pero al menos tengo claro que no me voy a ir de aquí. Aquí estaba yo, además yo no les he insultado y pegado.
-¡¡Respóndeme!!-me grita. Yo me limpio con la manga blanca de mi camisa el chorro de sangre que me sale de la mandíbula.
-No me voy de aquí.- Logro decir.
De repente, sin pensárselo dos veces me arrea un codazo en el ojo. Yo grito de rabia.
-¡Imbécil!- exclamo. Pero no me entiende porque lo he dicho en marroquí. El niño que me acaba de dar el codazo, levanta el puño rápidamente. Yo me preparo para el golpe con las manos en el rostro cuando oigo.
-¿¡Que estáis haciendo!?-Me giro y veo que es Marco.
Todos se quedan callados.
-¿Y tú que haces aquí?- dice uno de los niños a Marco.
-Eres un pajolero, vete para tu maldita casa si no quieres que te zurremos a ti también.- Amenaza el líder.
-Atrévete a tocarme a mí o a Ala y te prometo que te parto la cara.
El chico pone cara de asco y se acerca con pasos decisivos a Marco, sube el puño con furia. Pero Marco es más rápido., Le dobla el brazo con una maño y con la otra le pega un puñetazo en el ojo. Después lo tira al suelo y lo coge de la cabeza:
-Como te atreves a hacer daño a un niño que no te ha hecho nada, que no tiene nada y que además para rematar, es más pequeño que tú. ¿Eh? ¡Me lo explicas!- dice Marco.
El niño sonríe. Marco le vuelve a pegar un puñetazo.
-Vete y no vuelvas más. Soy más bajo que tú, pero más fuerte y más ágil. Si te atreves a acercarte a mí con tu panda de amigos para  intentar hacerme daño, llamaré a la policía.- Marco le suelta y le pega un empujón para que se levanté.
-¡¡¡Fuera!!!- grita. Todos salen corriendo.
Marco se tira contra la pared con la respiración entrecortada. Cierra los ojos, inspira y espira poco a poco, y después se levanta.
-¿Estás bien?-me pregunta.
Asiento con la cabeza., Ambos caminamos hacia la farola donde me encontró.
-¿Cómo sabías que me estaban pegando?- le pregunté después de un rato.
-Lo supe porque me asomé por la ventana, para ver si estabas bien, y preguntarte si querías algo y vi que no estabas en la farola. Mire un poco más para adelante y vi que te estaban arrastrando los niños esos, que son de mi colegio y supe que debía bajar a ayudarte porque si no te pegarían más de lo que te habían hecho.
-Gracias.- digo tímido.
-De nada, espérate aquí un momento.- Marco se va corriendo hacia su casa. Después de cinco minutos trae en las manos una manta un pan y un vaso de agua.
-Te voy a tener que decir gracias muchas veces hoy.- Él se ríe.
-Que descanses.-me dice.
-Y tú también.
Seguidamente se va corriendo a su casa. Le debo mucho a Marco.



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